Pero a veces hay milagros que la propia vida no puede explicar. Pasas de una situación límite, a otra de calma, de superación, de agarre a la vida. De confianza en ti misma y en aquéllas personas, que de alguna manera, siempre estuvieron ahí. Hoy puedo decir que aquellas tormentas pasajeras de un tiempo se marcharon sin decir adiós. Tampoco era necesario una despedida.
Pero a veces hay milagros que la propia vida no puede explicar. Pasas de una situación límite, a otra de calma, de superación, de agarre a la vida. De confianza en ti misma y en aquéllas personas, que de alguna manera, siempre estuvieron ahí. Hoy puedo decir que aquellas tormentas pasajeras de un tiempo se marcharon sin decir adiós. Tampoco era necesario una despedida.
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