Mas un alma inquieta, observadora de momentos, de mundos a parte, supo adiestrar una esencia carente de brillo, de luz propia. Ahora vive en libertad. Quizás aprendió a ser ella misma. Mas nunca olvida su traductor de lenguajes.
Mas un alma inquieta, observadora de momentos, de mundos a parte, supo adiestrar una esencia carente de brillo, de luz propia. Ahora vive en libertad. Quizás aprendió a ser ella misma. Mas nunca olvida su traductor de lenguajes.
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