Es que las distancias nos volvieron ajenos a nosotros mismos. Los tiempos no acompañaron y las tormentas asomaron a las ventanas de una vida. Un amanecer, el de las ilusiones, que encendió la luz del alma.
Es que las distancias nos volvieron ajenos a nosotros mismos. Los tiempos no acompañaron y las tormentas asomaron a las ventanas de una vida. Un amanecer, el de las ilusiones, que encendió la luz del alma.
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