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viernes, 29 de marzo de 2013

A mi padre...


  A mi padre...
   
    Entiendo que nuestra relación fue muy difícil, turbulenta.
     No comprendía gran parte del comportamiento que tuvo conmigo.
     Jamás entendí sus bruscos e incomprensibles cambios en su estado anímico.
    Pasar de una situación de calma, armonía personal, a otra de furia desmedida.

       Sin embargo, pienso que los últimos años compartidos con él y con mi madre, pues le cambiaron el carácter, su genio bravío. Empezó a valorarme, a respetarme.... yo asumí el papel de cuidadora hacia ambos (padre-madre). No me arrepiento para nada de ello. No me costaba ningún esfuerzo y disfrutaba de aquellos momentos de colaboración desinteresada. Digamos que me daban muchísima paz y satisfacción.

Mi padre no había conocido a la persona que tenía a su lado. Persona colaboradora, cercana, atenta...

Cuando ingresó en el hospital, uno de esos días, me comentó que si yo le perdonaba todo lo que le había hecho pues, él me perdonaría a mí todo lo que él pudo haberme ofendido. Yo no supe si llorar o reír anta tal atrevimiento, a la exposición del comentario.

Le comenté a mi padre que sí, que le perdonaba, y di por hecho que él también me perdonaría a mí.

     Aquello fue algo entre cómico, incrédulo y dramático.

Bueno, era evidente que las cosas habían quedado zanjadas en aquel momento.

     Nuestro mutuo perdón fue algo dicho en plena libertad y conciencia de los hechos.

Claro que, cuando él murió, mi mente, inconscientemente, olvidó tal perdón hecho cara a cara y en total y plena libertad. Sentía rencor, rabia hacia él...

      Pero hace unos días yo he vuelto a memorar aquellos momentos de perdón (momentos que habían quedado bloqueados en mi mente)

        He vuelto a recordar los últimos años en los cuales éramos tres en casa (mi padre, mi madre y yo). La situación en la que mi padre había vuelto a tener una relación de comunicación y  cercanía hacia mí. Como me comentaba cosas desde la delicadeza y el cuidado de las palabras. ¡Quizás me miró como nunca antes lo hubiese hecho!

   Yo, Mercedes, su hija, pues desde hace unos días le he perdonado de corazón, restableciendo una paz y una serenidad que había perdido.

     gracias, papá.

Que encuentres luz en ese tu nuevo camino. Que nos transmitas paz, solidaridad, gracia, humor, libertad... para que nuestro camino  tenga un rumbo de comprensión, diálogo, comunicación y muchísimo respeto. Siempre en una libertad educada y entendida...

  M.Mercedes Rodríguez Perera

3 comentarios:

  1. A mi padre, creyente en un dios a veces justo, y otros un tanto incomprensible, pues le pediría que nos cuide en la medida que le sea posible. Que tenga en cuenta que muchas veces nos refugiamos en personas que han muerto, pues para que su luz-vida cambie nuestros momentos difíciles. Que el equipo lo formamos entre los que estamos aquí y los que han partido. Formemos un buen equipo y ganemos.

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  2. ¡Qué difícil resulta perdonar en algunas ocasiones!¡Qué difícil resulta pedir perdón! Ambas situaciones pueden resultar muy dolorosas, muy inquietantes, dramáticas. A veces el daño a otro-a persona se puede concebir como diversión, como juego alegre, cómico. Pero a veces esa actitud sin malicia puede hundirnos, llevarnos a un precipicio de gran dolor. A veces es mejor enterrar esas experiencias y asumir que el perdón desinteresado es necesario para tener paz interior. Perdonar te libera e ilumina tu sonrisa.

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  3. No siempre llegas a tiempo de comunicar tu interior a las personas que quieres. No sabes por que cambias de actitud y entregas lo mejor de ti. Con una disposición a otras personas realmente admirable. Luego... la vida te gratifica con una paz interior, con una comprensión hacia ti misma y hacia la gente. Empiezas a mostrar una amplia sonrisa que transmite muchísima paz. Siempre hay una recompensa superior a la esperada, principalmente, cuando las otras personas aprecian tu cambio.¡Ah,y te lo comunican!

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