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miércoles, 20 de marzo de 2013

Vivencias algo dolorosas


Aquellos días pasados...
  que muchos quieren olvidar.
     porque... tal vez fue muy duro para todos y cada uno de nosotros.

Inmersos en manías, obsesiones y depresiones de caballo.
  Que nos contagiamos los unos a los otros casi sin ser conscientes de ello.
       Quizás alguien dijo: "las manías y las depresiones se curan solas"
En fin...
    De pequeña me gustaba jugar con papeles de todo tipo. Los guardaba en carteras muy viejas que yo manejaba a mi antojo.
  Aun no sabía leer ni escribir. Les ponía alguna señal identificadora e imaginaba que tenían un valor impresionante.

     Solía jugar sola. A mi padre no le gustaba que jugara con mis hermanos. No me perdía de vista y evitaba  que yo tuviera todo tipo de relación con ellos. Mi hermana se saltó esta norma-ley por todo lo alto y siempre ha estado a mi lado al igual que yo al suyo.

    Mi madre era muy fiel a sus votos matrimoniales. Ellos estaban juntos en lo bueno y en lo malo. Así pues, mi padre dictaba sus normas y mi madre las obedecía a rajatabla.

        Cuando yo jugaba con mi muñeca pues, le ponía mil trajes diferentes(claro que imaginativamente),puesto que no tenía sino el que llevaba puesto. Le contaba mil historias a mi muñeca y, además algunos secretillos.

    Bueno, te comento que de pequeña tenía algunas descompensaciones, principalmente, ante la idea del abandono. Reconozco haber tenido de niña depresiones de caballo con mucha frecuencia.
     Cuando íbamos al campo a visitar a mis abuelos, muchas veces, mi familia se iba a hurtadillas dejándome totalmente descompensada en cuanto a orientación se refiera.

    _¡Pero si estaban aquí!
    _¡Se han ido sin avisar!
    _¡Ya volverán!-me decía a lágrima viva.
Mi familia tardaba muchísimo tiempo en pasar por casa de mis abuelos.
   Mi abuela y yo, nos mirábamos, mirábamos los coches que pasaban por la carretera, hasta que mi abuela me hacía entender que dicho sábado no vendrían. A veces... lamentaciones al viento.

      Mis abuelos siempre me trataron muy bien. Yo entendía que tenía que estar con mis padres y hermanos.

         Tarde me di cuenta que estaba equivocada por el trato que recibía de mis padres y hermanos.

Otra opción escolar sería las clases que impartía mi tía abuela, Estebana. No era profesora titular, pero algo es algo.

      Tengo que confesar que desde muy pequeña sentía interés por la lectura y por la escritura. Digamos que hojas sobrantes en casa no había, por lo que dicha habilidad se suspendía hasta épocas mas favorables. Desconocía reglas ortográficas y ortografía. Ello hacía que la lectura de lo que yo escribía solo fuera entendida por mi persona, y nadie más.

       Dicen que lo que siembra da frutos, si se sabe sembrar y cultivar adecuadamente.

           Hay personas que han sembrado en mí lo que yo nunca imagine. Jamás las tendré en el olvido.

     Pero a mi manera soy feliz. He aprendido muchísimo de la vida y ello ha sido para mí todo un tesoro. Gracias.

      M.Mercedes Rodríguez Perera

1 comentario:

  1. Hay infancias que son muy duras, muy dramáticas. Que quizás le preguntes a tu almohada cuando va a terminar todo tipo de horrores. Mas la almohada no sabe responder. Sientes que necesitas ser acogida, aceptada, respetada, liberada... siempre hay algún familiar algo cercano que apuesta por ti, cree en ti, te ayuda a liberarte, en la medida de lo posible, de tal situación dramática. Cuentas los días en que todo termina. Te llegas a debatir entre la vida y la muerte... a veces hay algunas salidas y subes como la espuma, y te quieres, y te respetas. Buscas el cariño y respeto de los otros. Eres tan fuerte que te permites ser selectiva.

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