Aquella isla interior que me atormentó mil veces, que me hizo reír a carcajadas, donde encontré el amor a mí misma y a los otros. Momentos de mucha ausencia cuando las puertas se cerraban y no concocía el camino de vuelta a la vida, a la ilusión, a la esperanza, al juego de los niños/as.
Incluso el aislamiento brutal puede hacerte perder la orientación personal, social, física... a veces no hay salidas, aparentemente. Aunque un trabajo constante, repetitivo, renovado, innovado... puede hacer brillar tu vida.
Quizás si te encierras en ti mismo/a puede ocurrir que vayas perdiendo todo lo que, externamente para ti, puede tener un valor incalculable. Puede ayudarte a compartir penas y alegrías, a motivarte una vez mas. Lo importante, quizás sea, no perder el tren de la vida. Ese tren que pasa pocas veces, y mas díficil aún es reconocerle.
Aquel camino en la que meto, casi sin ser consciente de ello, la pata mil veces. Mas un impulso interior me invita a intentarlo muchas veces mas. Será la euforia del momento, tal vez la necesidad de lograr dichos objetivos. Algo te dice que ello es importante, necesario en tu ruta.... casi inconscientemente intuyes que te hará feliz, muy feliz...
Vivir en una isla puede resultar asfixiante. Te acomodas muchísimo el lugar. Mas a veces, parece que te falta el aire. Te preguntas que habrá, realmente, fuera de estas siete islas. Auunque los medios para informarte pueden ser muy buenos.... sientes que no has sentado la cabeza en ninguno de ellos.
A veces te sientes cautiveria de tu persona y entorno... ¡qué ocurre! no lo sabes a ciencia cierta. Quizás te falte alguna información algo olvidadiza de tu entorno.
Mas a veces sientes que has de hacer la maleta y arrancar muy lejos, donde el espacio, la gente, el ambiente, la cultura, el clima, el terreno en sí.... te hagan sentir cómoda, alegre, divertida, responsable...
Dicen que un cambio de ambiente no le viene mal a nadie. Ni aprender idiomas tampoco.
Pero no veo yo la posibilidad cercana de que ello sea toda una realidad.
Mas muchos sueños están fabricados para que tengan salida en la fábrica de sueños.
Muchas veces nos podemos acomodar a una realidad como pueda ser el trabajo, las tareas en el hogar, los estudios, la familia, que olvidamos que tras todo ese ambiente hay muchísimas cosas esperando a ser visitadas, disfrutadas, trabajadas. Hay personas que llegan a la vejez y parecen cargar con un peso super pesado. Otras parecen estar muy ligeras, felices, cómodas en su situación. Quizás hayan vivido la vejez desde prespectivas diferentes. Unos sienten vida, otros una muerte esperada... ¡No puedes sentarte a esperar la muerte!
ResponderEliminarMe perdí cuando se fueron acotando de forma casi irreversible situaciones de relación familiar. Se creó un muro de hormigón entre mi persona y el resto de mi familia (alguién cercano lo creó).El abismo empezó a formar parte de mi realidad cotidiana, mas el silencio de lo no contado. Salud mental hizo y está haciendo un buen trabajo con mi vida. Yo también he hecho un gran trabao con mi persona, mis momentos... de alguna manera lo comunico a quienes quieran compartirlo.
ResponderEliminarSomos islas cuando, no queremos contacto con el mundo exterior. Cuando no hacemos nada por mejorar nuestra actitud. Cuando alguien que te quiere te zarandea y tú pareces estar en un coma profundo. Toma el pulso a tu vida, coge las riendas de tu persona y alza el vuelo hasta que encuentrea aquello que te haga feliz., despierte tu sensiblilidad y sientes que...¡oh!, estoy viva!
ResponderEliminarMe perdí, verdaderamente, cuando perdí la consciencia de mí misma, de lo que me rodeaba. En fin, cuando me descompensé. Pero hoy estoy al otro lado del "muro".Hoy mi mente está compensada, hoy tengo calidad de vida, hoy soy dueña de mis actos. Sí, aunque haya personas que te recuerdan que no has salido de un recinto siquiátrico. Bueno, a lo mejor no saben que mi salud se lo debo al equipo siquiátrico. A lo mejor se me envidia por lo que he llegado a conseguir desde un punto de vista humano, personal, social. A lo mejor es la envidia lo que hace que me ignoren y no me permitan integrarme en sus grupos. Bueno, a lo mejor esos grupos, verdaderamente, no valen la pena. Hoy soy fuerte...
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