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martes, 10 de septiembre de 2013

El caramelo


  ¡Oh, un caramelo!. 
  Súper guay. 
   Para calmar el jilorio. 
     Para soñar con la mirada. 
Para conquistar mi estómago. 
    Para disfrutar de colores, esencias, momentos particulares. 
Caramelos por que soy un poco niña y si hay que jugar para conquistar algún que otro caramelo mas... pues yo como que me apunto a la piñata. 
     Caramelos para que el tiempo se agilice. 
          Caramelos dulzones, ácidos, amargos, estereotipados. 
   Caramelos para ser vistos y caramelos para desaparecer en un descuido de tu mirada. 
       Caramelos que llegan al alma por que recuerdas aquellos tiempos, aquellos momentos, aquellas personas que ya, físicamente, no estarán junto a nosotros. 
           Pero... caramelos para aprender de una despedida, de una sin razón, de ya no hay marcha atrás.       Pero quien me impide traer al presente momentos de vida con personas cercanas a mí. Donde troncharse de risa era el paso mas pequeño para relacionarnos. 
    Una paz en un dulce caramelo. Un apretón de manos como símbolo de gratitud, de solidaridad, de verdadera y auténtica amistad. 
         Caramelo que endulza mis defensas y esboza una encantadora sonrisa. Caramelos para jugar con los niños a las piñatas. Sí, como una niña mas. 
      Da igual, lo importante es pasarlo bien y recordar esos momentos como energéticos. 
Y yo descubro el mundo a través de mi piel, de mi luz y de mi sombra, de mi crecimiento de mi relación con el mundo que me hace renacer a la vida, a la cotidianidad del día a día. 
           Descubro el mundo a través de muchísima gente que me hace feliz. 
Descubro mi mundo gracias a ti.  ¡Gracias!

      M.Mercedes Rodríguez Perera

2 comentarios:

  1. A veces, nos puede resultar tremendamente difícil, pues identificar aquello que nos hace feliz, que llena nuestro ser de paz, alegría y felicidad. Rarezas de la vida... aquello que nos llena suelen ser personas sencillas, formas de actuar cotidiana, momentos de disfrute en la lectura, en el mar, a los amigos. Es tan cotidiano y familiar que no lo vemos. ¡Qué cosas!

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  2. Un caramelo para endulzar ciertos momentos. Para no olvidar que un día fuimos niños/as. Y es ese niño interior el que puede rescatarnos de todo un infierno. Ser adultos sin dejar de estar ligados, de alguna manera, a los niños/as que mucho pueden enseñarnos. Mas para ello hay que saber escuchar, entender el por que de su comportamiento. No siempre justificado, a veces, pues sí. Ser niños para entender que no podemos abandonar el barco en mitad de una tormenta.Los niños suelen ser simples, sencillos.

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