¡Oh, un caramelo!.
Súper guay.
Para soñar con la mirada.
Para conquistar mi estómago.
Para disfrutar de colores, esencias, momentos particulares.
Caramelos por que soy un poco niña y si hay que jugar para conquistar algún que otro caramelo mas... pues yo como que me apunto a la piñata.
Caramelos para que el tiempo se agilice.
Caramelos dulzones, ácidos, amargos, estereotipados.
Caramelos para ser vistos y caramelos para desaparecer en un descuido de tu mirada.
Caramelos que llegan al alma por que recuerdas aquellos tiempos, aquellos momentos, aquellas personas que ya, físicamente, no estarán junto a nosotros.
Pero... caramelos para aprender de una despedida, de una sin razón, de ya no hay marcha atrás. Pero quien me impide traer al presente momentos de vida con personas cercanas a mí. Donde troncharse de risa era el paso mas pequeño para relacionarnos.
Una paz en un dulce caramelo. Un apretón de manos como símbolo de gratitud, de solidaridad, de verdadera y auténtica amistad.
Caramelo que endulza mis defensas y esboza una encantadora sonrisa. Caramelos para jugar con los niños a las piñatas. Sí, como una niña mas.
Da igual, lo importante es pasarlo bien y recordar esos momentos como energéticos.
Y yo descubro el mundo a través de mi piel, de mi luz y de mi sombra, de mi crecimiento de mi relación con el mundo que me hace renacer a la vida, a la cotidianidad del día a día.
Descubro el mundo a través de muchísima gente que me hace feliz.
Descubro mi mundo gracias a ti. ¡Gracias!
M.Mercedes Rodríguez Perera
A veces, nos puede resultar tremendamente difícil, pues identificar aquello que nos hace feliz, que llena nuestro ser de paz, alegría y felicidad. Rarezas de la vida... aquello que nos llena suelen ser personas sencillas, formas de actuar cotidiana, momentos de disfrute en la lectura, en el mar, a los amigos. Es tan cotidiano y familiar que no lo vemos. ¡Qué cosas!
ResponderEliminarUn caramelo para endulzar ciertos momentos. Para no olvidar que un día fuimos niños/as. Y es ese niño interior el que puede rescatarnos de todo un infierno. Ser adultos sin dejar de estar ligados, de alguna manera, a los niños/as que mucho pueden enseñarnos. Mas para ello hay que saber escuchar, entender el por que de su comportamiento. No siempre justificado, a veces, pues sí. Ser niños para entender que no podemos abandonar el barco en mitad de una tormenta.Los niños suelen ser simples, sencillos.
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