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martes, 17 de septiembre de 2013

¡Oh, una pluma!


   ¡Si tu supieras!...
Hace unos cuantos años la pluma me hubiera servido para hacer tres o cuatro rallas sin sentido. A lo mejor había visto muy, pero que muy pocas plumas en mi vida. Lo mismo te comento con respecto al lápiz, a la goma, al bolígrafo. Vivía en una situación de bloqueo físico-emocional. Ir a clases era todo una tortura. El aprendizaje para mí, era  prácticamente inconcebible e inaccesible. No aprendía en clase ni en las lecciones que nos da la vida. Algo grave estaba ocurriendo en mi persona, puesto que casi no hablaba. Colocar signos de puntuación en un texto era una de las cosas mas alarmantes y graves a las que podía estar sometida... Pero ya soy capaz de recordar comentarios que se me hacen, de captar la comprensión en distintos momentos y facetas. Pero asistir al colegio fue algo así como pecar. Es decir, que yo pensaba que el colegio no estaba hecho para mí. Que lo ideal sería seguir haciendo lo que hacía en casa. Como barrer, fregar, limpiar pisos, cristales, ir a la tienda (pero, ojo, que no se me acercara nadie por que el bloqueo se instalaba en mi persona de forma inminente) ¡Cuánto sufrimiento... y sin saber por que ocurría ello en mi persona!
    Un día empecé a escribir. Me dio igual si era o no entendida. Yo escribía para mí y los signos de puntuación no me iban amargar la vida. Escribí sobre multitud de temas diferentes. Acompañados, con mucha frecuencia, de su correspondiente dibujo abstracto. Muchos de esos textos y dibujos se perdieron en el tiempo. Para mí ello no era un problema por  que siempre había algo por lo que escribir y vestir con un bonito dibujo abstracto. Te puedo comentar que todo este aprendizaje, toda la capacidad que yo empleaba para sacar a la luz todo este potencial que poseía me hacía muy feliz. Hoy por hoy, me siento muy a gusto de lo que escribo y de lo que pinto. Reconozco que disfruto muchísimo de mi trabajo y que gracias a dicha dinámica, mi mundo se ha abierto a mí misma y al exterior. He perdido la gran timidez que me consumía, personalmente, a pasos agigantados. Hoy soy feliz a mi manera.Compartirlo con las personas interesadas, pues todo un placer. Escribir me ha abierto las puertas a la sociabilidad.Doy gracias a todas aquellas personas que, en algún momento de sus vidas, pues hayan apostado por mí. 

    Somos una cadena social, humanitaria, ética, sensible... es en dicha cadena donde nos reconocemos, nos vemos reflejados como en un espejo, distinguiendo matices que nos hacen únicos e irrepetibles.

    ¡ Muchísimas gracias por dar un sentido a mi vida!

           M.Mercedes Rodríguez Perera

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