_Hay un barquito velero que está ronroneando fuera de horas.
_Mira un tanto despistado, también se le nota su angustiada calma.
_Sí, a la mar yo me he de ir para no dar mas de dos brazadas.
_Y la mar muy tempranera, y salerosa, ha de reírse de mí.
_Pues como que yo no quiero que ese guiso me alimente...
_¡Que vaya a rondar a otros niños!
_ ¡Que siga durmiendo con nanas, que a mí no me conquista con vaivenes espaciados!
_¡Vaya si sigo sus pasos! ¡Vaya si dejo a mi aurora!
_¡Yo también sé ronronear y espabilarme a mis horas!
M.Mercedes Rodríguez Perera
Quizás en algunos momentos nos hallamos sentido despistados, fuera de lugar, como este barquito, zarandeando nuestras ilusiones, nuestras fragancias. Pero al igual que el barquito hemos de orientarnos y decidir nuestro rumbo, nuestros andares, dejando de ser marioneta al viento. Encontrándonos a nosotros mismos y ser alguien, en lugar de algo. Sí, tal vez.
ResponderEliminarQuizás este comentario hable un tanto de la desconfianza que, a veces tenemos hacia alguien. Intentamos buscar ayuda, mas la inquietud de sentirnos con necesidad de buscar acogida... pues pueda tocar nuestro yo todo- terreno, y no ver nuestra persona como un ser en relación, lo cual nos permite crecer y caminar con paso firme en nuestro sendero- vida. Rehuir de la ayuda, de la confianza en los otros es huir de la posibilidad de obtener respuestas acertadas y necesarias en nuestro deambular feliz.
ResponderEliminar