Un perfume sin identidad, sin nombre propio, sin una esencia que la determine.
Su frasco está colocado en un lugar estratégico. Desea ser visto...
Tal vez, no le importa que se le interrogue, guardando cierta intimidad necesaria...
Necesita que se le de forma y fondo a su alma. Es decir, a su esencia vital. Ya que, hasta este momento su identidad es pura incógnita.
Su forma externa quizás haya hecho correr mares de tinta. Ello le agrada... aunque no del todo. Ya que, el perfume, en su conjunto, está algo incompleto...
¡Y la fragancia del perfume!
Bueno, pues tal vez dependa de ti, de la curiosidad y del intrínseco saber de cual será su alma un tanto al descubierto. El alma de todas las personas que aman, curiosean con su vital naturaleza...
Quizás tenga un olor a frutas, a hierbas variadas, a una química creada especialmente para ella...
M.Mercedes Rodríguez Perera
Un perfume muy particular e increíblemente inoloro, sería pues una mirada fresca, un apretón de manos, un abrazo. Un perfume desagradable pues sería una guerra sin sentido, el odio, un rencor infinito. Un perfume suave es cuando aprendes grandes lecciones de niños pequeños... ya te comenté que eran fragancias especiales de un perfume poco conocido y grato al descubrirlo.
ResponderEliminarEl perfume de un cuerpo y el perfume de un alma. Aquel perfume que te gusta, que te identifica. Distinto según requiera la ocasión. Siempre muy personal, muy suyo, muy auténtico. Perfume para él, para ella... También está el perfume del alma. Sí, aquel perfume que se manifiesta en la sonrisa, en el carácter, en la forma de hablar, de expresarse cualquier persona. Solo que... un catador de almas es capaz de identificar casi cualquier esencia.
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