_ ¡Sí, hoy he ido a la playa!...
_¡Mas me he dormido en la arena!
_¡Dulce aroma el de ese mar, que conquista mis momentos!
_ ¡Aquella barca lejana, cual casa ambulante sea...!
_¡Mas me sentía en mi casa!
_Mas sentí que no era única en el trotar de la gente, en el vaivén de las olas...
_¡En un despertar trigueño!
_¡Intenté buscar un hueco donde cómoda sentirme... mas al despertar de nuevo, entendí que en otra ronda podría festejar mi duelo!
Digamos que la libertad que trato de conquistar en el día a día, pues en el pasado no existía en mí. Creo que muy tarde escuché la palabra libertad y la verdad, me pareció algo utópico, inaccesible. Bah, que no estaba hecha para mí. Tampoco supe lo que significaba libertad... mas yo seguía mi vida sabiendo que en lo mas hondo, había unas ganas inmensas de expresarme, de manifestar todo aquello que habitaba en mí, y en aquellos momentos solo eran boberias de una niña insolente. Tal vez rareces de toda una adolescente...
La libertad hay que conocerla poco a poco, entender su forma de manifestarse, de hacerse notar...
dicen que todo aquello que no se usa de forma correcta, prudente... tal vez, sin ser conscientes de ello, pues pueda volverse contra nosotros.
De todas formas mis respetos a la señora libertad, por haber entrado en muchas vidas y enseñarnos a manejarnos en sus adentros, y en sus afueras.
M.Mercedes Rodríguez Perera
Reconozco no ir a la playa. Mas el mar me produce una paz infinita. A veces me confieso junto a la orilla. Suelo llorar. Llorar parece algo vergonzoso y casi pecaminoso. Pero es una de las expresiones mas bellas y dignificantes del ser humano. Llorar cuando la impotencia te derrumba. Llorar por un tabú o una alegría inmensa...
ResponderEliminarA veces me siento identificada con esa barquilla. A la espera, sin prisas... asumiendo su aparente magnetismo. Jugando con las olas, a merced del viento. Señora de sí misma, mas un tanto ausente, incompleta... intuitivamente segura. Sin saber del todo el por qué. Ronroneando el día a día, puesto que, el mañana es muy incierto. Claro que, si trabajamos nuestras aptitudes, nuestra forma de sentir el mundo. Asumiendo errores, mas sin derrumbarnos. Edificios en construcción a merced de unos planos.
ResponderEliminarLa playa... cuantas veces me tumbé en la arena, cerca del agua. Entendiendo yo que no había que pedir permiso puesto que, era patrimonio y cuidado de todos. Ver a la gente pasear por la playa, tomar el sol y sentir que la paz formaba parte de todo mi ser, de toda aquella maravillosa esencia circundante. Pasear por la orilla y sentir vida, luz, libertad.... hace tiempo que no voy a la playa. Pero me encantaba ir, llenarme de energía positiva. A veces me quemaba mas que una langosta... ahí queda aguantarse.
ResponderEliminarLa playa fue motor de mi vida en algunas épocas de mi vida. Era super relajante. Los allí presentes íbamos mas o menos a lo mismo. Jugar en la arena, en la orilla, darnos un chapuzon. Divertirnos a lo grande cual niños pequeños. Es verdad que anhelaba la playa mas que a nada en el mundo. Mi piel se ha vuelto super sensible. Tolerar el sol es realmente un jaque mate.
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