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jueves, 14 de mayo de 2015

Aquéllos espacios vacíos...


  Aquéllos espacios vacíos que en ocasiones parecen ser luminosos, espaciosos y hasta cómodos.
    Mas en algún que otro momento pueden dar la sensación de ser invadidos por tormentas interiores algo incómodas(conflictos, malos rollos, situaciones diversas).
Mas hay espacios vacíos que necesitan ser ocupados por aromas nuevos. Necesitan tener una identidad definida, su propio juego en los contrastes... Tal vez, necesitan encontrarse así mismos. ¡Oh, pero qué me dices!
  Quizás los espacios vacíos me ocasionan cierta tristeza, malestar, incomodidad... yo no estoy acostumbrada a recorrer espacios vacíos inmensos. Suelo acotar mi espacio interior, mi territorio... en caso contrario la angustia pediría permiso y casi casi le sobra el permiso. ¡Oh, caramba con la intrusa!
   Mas entiendo que el presente ha de marcar mi espacio, mi territorio, mi tiempo y hasta mi razón de ser. Claro que la ha de marcar con ética, valores, razón de existir... en definitiva pisando fuerte, muy fuerte. Es entonces cuando yo me atrevo a dar un paso mas, un reto a mis difuminadas, en ocasiones, incongruencias.
  Mas el caminante sabe que el camino se hace andando. Es en el camino donde solemos encontrar a nuestros iguales. Ello siempre es de agradecer. Es en dicho caminos donde, en ocasiones, maduramos sintiéndonos con la fortaleza de cambiar de rutas.
 
  _A lo lejos tu mirada.
  _¡Oh, yo existo!

  M.Mercedes Rodríguez Perera

2 comentarios:

  1. La mente puede estar, en ocasiones, tirando por los contrastes. Quizás por vacíos interiores que no conocemos del todo bien. También hay momentos gratos de multitud de bonitos y agradables encuentros. Pero muchas veces la mente nos hace sentir rutas en un desierto. Momentos de reflexión personal, momentos de maduración... a pesar de que la mente nos pueda parecer incomprensible... Yo entiendo que dicha mente tiene su razón de ser. Sin agobios hemos de construir nuestro presente-futuro. Y es en el trabajo donde la recompensa se nos hace posible. ¡Suerte!

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  2. Aquéllos espacios vacíos donde no sabía como ubicarme. Aquéllos espacios vacíos que yo llenaba de fantasía, ilusión, juegos... Espacios vacíos que no siempre se llenaban, sí los de la mente. Entonces pensé que las situaciones sencillas solían ser cómodas, dulces, agradables, hasta conmovedoras. Por un instante llené mi mente de cosas, de situaciones sencillas y ¡Oh!, se llenó en un instante toda la habitación. ¡Pero qué cosas!

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