Las cosas bien hechas bien merecen toda una alabanza en esta época un tanto de aparente enredo en todo tipo de papeles. Hacer las cosas bien merece tener una conciencia bien tranquila. No es bueno pedirse mas de lo que seas capaz de dar. Ello puede ir en contra de tu salud y apagar tu estado anímico, cual vela que se consume ante todo tipo de principios, de caminos viables. Muchas veces nos agobiamos porque tenemos la necesidad de dar mas de lo que podemos en dicho momento. Esa actitud te puede llevar, sin ser tu consciente de ello, a que tu barco se hunda descaradamente ante tu presencia y tú pensando en las musarañas. Un trabajo bien hecho no quiere decir que los resultados te sean satisfactorios. Mas menos satisfactorio sería acudir, como hace mucha gente, a un exceso de fármacos, o incluso drogas... por que sabes bien que ahí estas sumando un problema al añadido. El problema a resolver que no ves solución ni a tres cuartos de una taza, y el problema de la droga que te complica y bien mucho tu calidad de vida en el actuar de tu persona. Una vida saludable bien sabe donde lo ha aportado todo y cuando ha de dar paso al tiempo para.... pues para que el tiempo relaje la masa, se deje seducir por un bonito paisaje, ponga templanza a nuestras inquietudes mas alarmantes. El tiempo es, imaginativamente, un señor muy coqueto. Suele poner cada cosa en su sitio y cada persona en su lugar. Nadie te puede pedir llegar a un imposible. Quizás ello sería muy ingenuo por tu parte. Mas si las cosas salen mal, por las circunstancias que sean, nadie hurgará en una consciencia trabajadora, con saber estar, con templanza en sus adentros. Sí, una buena persona.
La vida es una conquista en el momento y en el tiempo presente. No te dejes robar ni un remanso de paz conquistado ante toda una vida, con un esfuerzo considerable. La templanza es una luz intermitente en el camino. Las prisas constituyen una pérdida de papeles en situaciones un tanto agravantes, pues puede ser la puerta de un infierno adelantado.
Hagas lo que hagas, tengas los planes que tengas, no te castigues por que las cosas, a lo mejor, no puedan salir bien. La actitud de un reto mal entendido, nos puede llevar a una desazón nada aconsejable en ciertas situaciones.
Sé feliz, buena persona, trabajadora.... disfruta de la vida, de los momentos y nadie jamás podrá echarte en cara tu actitud de trabajo, de coraje personal, de fortaleza... mas que el vendabal no traspase los límites de tu puerta, de tu hábitat. Sí lo hace, quizás la partida, se está cambiando de posición inicial, deseada, meritoria.
M.Mercedes Rodríguez Perera
Muchas veces pensamos que las cosas que hacemos son las correctas, las mas idóneas ante ciertas circunstancias. A veces, casi como que explotamos emocionalmente, fisicamente, personalmente nuestros talentos. Un problema ligerito en sus quehaceres, se pude convertir en algo grandioso. A veces, la señora vida es muy trastiona y, hasta, imaginativamente, te pica el ojo. Te puede dejar ante todo un vendabal y salir por la puerta grande. Las cosas hechas a conciencia, con saber estar, con buenas intenciones, jamás han de dejarnos con sensación de fracaso. Las circunstancias son imprevisibles y no te permitas agobiarte. Templanza, relajación, saber estar... soltar por momentos los papeles de la vida y... a disfrutar. ¡Un buen descando hace verdaderos milagros!
ResponderEliminarEn un mundo donde mucha gente parece haber perdido su norte en cuanto a saber estar, valores, actuar de forma ética, responsable... pues ante una situación bien diferente como puede ser tener una actitud solidaria, de compensación personal, social, saber que es lo que quieres y como llegar hasta tus objetivos, pues esta forma de ser, de actuar, de expresión personal, puede llenar muchísimo tu vida. Sí, por que cuando has avanzado lo suficiente sientes que estas preparado para dar el segundo paso. No es cuestión, entiendo yo, de dar el primer paso. A veces, se hace necesario dar un segundo, tercer, cuarto y todos los pasos que se precisen para manejar la situación y sentirte como pez en el agua donde, tiempo atrás, te ahogabas en una pequeña taza y tú sin saber el porqué.
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