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martes, 14 de abril de 2015

Me ha costado mucho ser feliz


  De pequeña pensaba que la felicidad era algo fácil de conseguir, y que se aparcaba en tu vida por tiempo indefinido.
  ¡Oh, qué equivocada estaba!
La felicidad llegaba a mi vida en un as de luz. Sí, a través de una sonrisa, de una bonita mirada, de una palabra dulce, de un encuentro, quizás, casual. Mas luego la perdía en un instante. En un atardecer oscuro y en el amargor incomprendido de una noche.
   Y mi mundo se llenaba de paredes, aparentemente, de hormigón que me impedían ver la luz. Me impedían ser consciente que, tras aquellos cuatro bloques existía la vida. Personas con las cuales comunicarte y dar rienda suelta a tu persona, tu forma de sentir, de ser, y... hasta de manifestarte. Mas no sabía salir de tal infierno yo sola. Pensé que no había solución ninguna para mi situación personal. Pensé que debía aprender con dicho malestar durante el resto de mis días. ¡Qué horro-me dije-! Mas un día salud mental llegó a mi casa, a mi vida, a mis caminos. Al principio los rechacé abiertamente. Mas con el tiempo entendí que aquello fue lo mejor que me pudo pasar en la vida. Me encontraba en un SOS intermitente. Mi vida corría peligro y yo no podía despertar de todo el infierno vivido. Mas un día desperte. Salud mental ha tenido mucho que ver en ello. Por ello quiero manifestar ante ellos mi agradecimiento y mi deseo para que sigan creciendo, superándose y ante todo... transmitiendo mundos de vida, de compensación, de integración personal y social... ¡Muchísimas gracias!
    Y con el tiempo, yo que he vivido en un infierno, aparentemente, brutal pues... descubro la luz de una vida, de una esperanza, de un bonito atardecer. Aprendo a comunicarme con el mundo y aprendo a comunicarme conmigo misma. No podía imaginar lo que me esperaba tras esas cuatro aparente paredes de hormigón. Entendí una vida, sentí una vida en mi interior. Elementos ambos necesarios para no mirar hacia atrás. Para buscar tu camino, tu sendero de vida. Aprendía arriesgar en aquello que me gustaba, que me alegraba el corazón. Aprendía a respetar y entendí que yo también debía ser respetada. Con el tiempo entendí que tenía una gran riqueza interior y descubrí la necesidad de comunicarla a toda aquella persona interesada. Dejé de llevar aparentemente, cruces a mis espaldas, y me dije que tenía derecho a ser feliz. Hubo momentos en los que arriesgué el todo por el todo. Mas hoy soy feliz, por que me siento liberada de ese mundo que muy lentamente estaba, aparentemente, acabando con mi persona, con mi libertad, como mi relación con el mundo. Hoy soy feliz a mi manera y me siento orgullosa de ello. No ha sido un trabajo exclusivamente mío. Muchas personas han contribuido a esta liberación personal, social, de integración... Mil gracias a todos ellos/as por estar ahí ante una necesidad,verdaderamente, acuciante.

    M.Mercedes Rodríguez Perera

1 comentario:

  1. La felicidad... hay personas que intentan buscarla en metas cada vez mas altas. Ello es muy respetable, mas ese tipo de seudofelicidad que quita, en ocasiones, pues espacio y tiempo para estar con tu familia, con tus amigos, para realizar tus hobbys, puede que tal vez no sea capaz de llenar tu persona como tu necesitas. La felicidad en ocasiones es un regalo inesperado. Sí, una sonrisa de un niño, una carta grata e imprevista, una reunión familiar. La felicidad,desde mi punto de vista, pues es un trabajo interior donde es importantísimo comunicarlo al mundo. Es una relación mas o menos de feedback que cuesta identificarla, mas te hace sentir feliz. La felicidad puede llegar a ser un sentimiento de emoción infinito. Dificilmente descifrable pero que se puede comunicar en todo su esplendor.

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