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domingo, 27 de julio de 2014

La distancia en el camino puede ser...


    Corta, larga, a medio llegar...
       Cuando los momentos son muy agradables, te puede dar la sensación de que tu reloj ha pasado demasiado deprisa. Quizás se te haya parado sin previo aviso. Disfrutas del momento, de las personas que quieres y están allí presentes, compartiendo un momento y un motivo agradables.
        Mas en la lejetud de un conflicto, físico, emociónal, afectivo... tal vez, por motivos de trabajo. Quizás en esos moementos anhelas un mensaje, una foto de alguien querido,aunque sea una foto vieja, que haya influido en tu vida y marcado, positivamente, dicha vida. Tal vez, te gustaría recibir la carta de personas significativas en tu vida. Mas las cartas casi han cambiado de estado. Es decir, casi no se usan.
         De alguna manera, añoramos ser queridos, recordados, respetados, tenidos en cuenta. Ser importantes para nuestros seres queridos. Aquellas personas con las cuales contamos en momentos bonitos y no tan gratos, no tan divertidos. Mas sabemos que van a estar allí sea cual sea nuestra necesidad. Incluso podemos olvidar algún momento de mal gusto vivido con alguién que nos importa. En fin, todos cometemos errores. Es en los errores, verdaderamente, donde nos hacemos grandes, fuertes, donde quizás maduramos.
   
           Tal vez, en el fondo, la cercanía y la distancia la creamos nosotros mismos, con nuestra actitud ante la vida, ante nosotros y ante todo tipo de relaciones en las cuales envueltos nos hemos de ver. Muchas veces, por auténtica necesidad de nuestro trabajo.

      Yo, por ejemplo, cuando era pequeña y me sentía haciendo aguas por todas partes. Con un sentimiento entre realidad e irrealidad que nunca llegué a entender. Con un asilamiento que bordaba el no entendimiento de la situación... pues iba a la azotea de casa en caza y captura de cualquir avión que se le ocurriera volar aquél territorio. (Bueno, tampoco se ha de interpretar las cosas al pie de la letra que yo no me he comido, hasta ahora ningún avión). La cuestión en sí misma, era usar los aviones que surcaran aquel pedacito de cielo como terapia. Pasaban ligeritos por lo que el sermón debía estar preparado con mucho tiempo de antelación. Imaginativamente los retenía cerca de mí el mayor tiempo posible. Le contaba, imaginativamente, al avión en cuestión pues mi situación personal.Lo agradable que sería ser pasajera de su espacio aereo, de su territoro. Lo importante que era para mí que se llevara un montón de malos rollos que yo tenía. Todo ello dese el punto de vista de una imaginación caprichosa. Aquellos aviones surcaban, de vez en cuando, mi territorio. Es decir, podía divisarlos desde la azotea de mi casa. ¡Y me hacían feliz!

     ¡Tremenda terapia, hablando, imaginativamente, con un avión que iba de paso!
           Bueno, cuando la necesidad se hacía importante yo contaba con aquellos aviones que de vez en cuando surcaban el cielo de mi azotea.

        Esa terapia particular me hacía sentir bien, cómoda, liberada... era divertido a parte de un tanto absurda.Mas yo soy así, y por mis rarezas me caracterizo.

      M.Mercedes Rodríguez Perera    27/07/14

1 comentario:

  1. La distancia puede marcar nuestra vida, nuestro territorio, nuestro mundo. Unas veces, positivamente. Otras, pues como que no tan positivo. Las distancias a veces son toda una necesidad para comprobar si aquellos seres queridos en los cuales hemos confiado lo mejor de nosotros mismos, pues están ahí, siguen estando en nuestro particular. equipo. La distancia no ha de significar el olvido. Una relacion adecuada, establecida, comprometida, no tiene por que caer en el olvido. No tiene por que hacer aguas si hay un verdadero interés en mantener la relación.

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