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martes, 21 de octubre de 2014

Nunca morir en el intento...


   Para abrazar una vida.
   Para conquistar una mirada.
   Para volver, en ocasiones, la vista atrás.
   Para aprender a respirar con cautela, con cierta disciplina y fortaleza.
  Para espantar los malos augurios.
   Para aprender a perdonar, a olvidar, a desenredarse ante situaciones difíciles.

       Y la vida llegó cuando...
 Me enamoré de mi misma (no de forma narcisista). Asumiendo mis aciertos y mis errores. Apostando por mi persona y por la gente que quiero muchísimo.
   Cuando mi mente se abrió al mundo y me sentí arropada, entendida y hasta cuestionada. Pero pude liberarme de muchos conflictos interiores y regalarme a mí misma, y a toda persona interesada, un abanico de vida que casi, casi le cuesta salir a la luz. Mas ello me ha permitido respirar abiertamente ante la vida. Me ha permitido contactar conmigo mismo y con las personas interesadas de forma saludable. Con una convicción que pretende ser acertada. Ante todo gracias por estar ahí.

Aprendí a desconectar de las incertidumbres y a tirar pa´lante.
Aprendí a conectar con personas que creía inaccesibles. ¡Oh, qué bien!
Cuando aprendí amar la vida inconcicionalmente entendiendo que, quizás lo mejor estaba aun por llegar.

       Mas cuando la comunicación se hizo posible... el alma, el corazón, los sentimientos... se colocaron en un vocabulario un tanto en situación de aprendizaje. Asumieron un lenguaje muy particular y todos ellos, al unísono, pues quizás, imaginativamente, comentaran : ¡Vamos a intentarlo!

       Por que la imaginación es caprichosa en mi vida, en mi esencia mas elemental. Mas hay momentos en los cuales la vida te pide paso a manos llenas, puesto que, su esencia pueda, tal vez, quedarse algo opaca.

     M.Mercedes Rodríguez Perera

1 comentario:

  1. Quizás haya momentos en la vida en los que no es necesario olvidar eternamente, sino, mas bién de forma cautelosa. Mas hay momentos que son nuestros. Sí, que nos pertenecen por naturaleza, por derecho propio. Quizás haya que aprender a trabajar, de alguna manera, la forma de recuperar aquellos momentos que nos han enseñado mucha vida y que, por capricho, o malos entendido han ido a parar a un basurero muy particular. Claro que hay momentos que se pueden reciclar,permitiéndonos volver a disfrutar de ellos.¡Ojo, no vale tomar una actitud obsesiva!. Pero recuperar algunos momentos y personas que nos han llenado por ser como eran, pues... bien vale un gran esfuerzo. Probablemente dicho esfuerzo haya merecido la pena. Bueno, por intentarlo no perdemos nada.

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