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martes, 16 de septiembre de 2014

A mis padres...


   Bueno, mis padres tenían una forma muy peculiar de ser. Quizás mi madre abordó el tema de la casa y de los hijos. Tal vez mi padre se limitara a su trabajo, a todo lo que concernía arreglar papeles de todo tipo. Entiendo yo que fue difícil mantener una relación cercana con mi padre. En fin, muy difícil... Sin embargo, llegó un momento en el cual mi padre necesitó ayuda para muchas cosas. Y yo, la mas rebelde, la que mas conflictos tenía con él, pues entendí la situación que estaba empezando a vivir. Una situación de necesidad... Nunca pidió que se hicieran las cosas por él. Digamos que, a su manera quería seguir siendo independiente, gobernarse el solito. Mas respetando muchos de esos momentos yo me fui acercando muy despacio a esa parte necesidad... de la cual no parecía ser consciente. Ibamos juntos al supermercado, le acompañaba a los médicos, cuidaba de la buena administración de sus medicamentos. Un día empezó a comunicarse de forma saludable conmigo. Lo hizo desde la cercanía, desde la humildad. Incluso me comentó si me apetecía quedarme con alguna foto carnet que guardaba en su cartera. ¡No daba crédito a los momentos que estaba viviendo!¡Aquél cambio de actitud conmigo me pareció asombroso, increíble!. Cuando ingresó en el hospital iba a verlo todos los días(bueno, si ello me era posible). Mi actitud era la de estar allí, junto a él. Algo había cambiado entre nosotros, de forma positiva. Algo cambió en mi vida de manera espectacular. La cercanía, principalmente, mía, en aquellos duros momentos era para el como un bálsamo, una manera de no abrazar, en durísimos momentos, la desesperante soledad. Se dedicó a contarme muchas cosas. Nuestra relación fue, con el tiempo, muy cercana. La despedida un... hasta pronto. ¡Nos veremos!...

     Mi madre es una persona inteligente. Sí, pero también algo sumisa. Jamás se puntuará un tanto a su favor, sin no te lo has apuntado tú antes. Pero es mi madre. En momentos de necesidad, de auténtica necesidad volví a estar de forma presente ante ella. Es una persona mayor. Tenemos nuestro espacio, nuestros momentos, nuestros días... mas ella sabe, a ciencia cierta, que puede contar conmigo. Yo soy importante en su vida como ella lo es en la mía. Le gustan los concursos televisivos, le gusta leer, hacer cruzadas, le gusta ser visitada por personas cercanas a ella. En el fondo mi madre es una persona conformista. Observa mucho y comunica, ante ciertos temas, pues bien poco. Quizás algunas personas puedan pesar que no se entera de la misa la mitad. Yo que vivo con ella, te diré, que se sabe todo el resorio de la misa. Es decir, entiende muchísimas cosas, y expresa aquellas que les viene en gana. Es feiliz a su manera. En realidad no necesita mucho para ser feliz. Ama la vida a su manera. Yo, al igual que con mi padre, pues cuido de ella. Estoy pendiente de muchas de sus cosas aunque no la presiono para nada. Ella se siente libre en su casa. Y a pesar de su enorme intuición... no te comentará nada negativo respecto de ti.

     Cuidar a mis padres no ha sido excesivamente difícil para mí. En realidad he caminado junto a ellos. Recorriendo casi sus mismos pasos. Ser reconocida por mi padre de forma amigable y cercana ha sido muy bonito para mí. Mi madre y yo tenemos una relación cercana, a veces, de complicidad.

      Sabes, a veces, me cuesta reconocerme en el espejo del alma. Cuando mi padre murió dejó un corazón lleno de paz, de ilusión, de serenidad. Jamás pensé que ese fuese el pago por estar junto a él. Tampoco pedí ningún tipo de pago por ello. Pero la paz llegó a mis habitáculos mas oscuros. ¡Y cosas de la vida... se llenaron de luz!

      A día de hoy, siento una gran paz interior, una gran satisfacción personal por todo lo que he hecho. Ellos también me han llenado, desde un ámbito de luz, de armonía, de bonitas sensaciones. Mi madre y yo seguimos juntas en esta andadura por la vida... y la vida siempre ha sido, y seguirá siendo, pues... toda una conquista.

      Muchísimas gracias a mis padres por los momentos compartidos, por los momentos al descubierto que me han llenado de una gran gratitud y generosidad. ¡Con vosotros siempre!...

        M.Mercedes Rodríguez Perera



1 comentario:

  1. La vida en sí misma, tu propia vida, es capaz de llenarte de una gran paz interior, de una gran serenidad si tienes el detalle de ayudar a alguién que lo necesita. No es un negocio de tú me das o yo te doy. En realidad pienso que se trata de que en un momento de gran necesidad por parte de terceras personas tengas, quizás por estar allí en ese momento, el detalle de echar una mano. De colaborar sin ningún tipo de prejuicios. La vida en sí misma regala momentos bonitos ante acciones infinitas. Es un regalo, no puedes decir que no... puesto que, probablemente ya halla entrado a formar parte de tu vida. ¡Qué cosas!...

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