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sábado, 3 de enero de 2015

¡Oh, las cartas que se quedaron en el desván!...


Algunas de ellas un tanto gratas.
    Otras... mejor se las lleve el viento cuando en ganas la venga.
Mas llegan a mi mente infinidad de recuerdos a los que me es difícil darles acceso.
    Al pasado hiriente mal le valdría coger camino y llevarse puesta sus botas.
Porque estamos para vivir los momentos.
   Para renovar nuestras ganas de estar en el mundo y con el mundo.
Estamos para revitalizar nuestras energías, nuestra peculiar forma de ser con el mundo circundante.
    Y la vida continúa... parece tener prisa... a veces, excesivas prisas. ¡Caramba, pues que frene que se estampa y perdemos todo lo ganado!
       Mas yo miro el reloj y freno un poquito mi particular forma de ser, de entender, de manifestar mi entorno, mis peculiares circunstancias, mo propio deambular por la vida.
      Me comunico a mí misma que me voy a dar una oportunidad para ser yo misma, para conocerme mejor, por que las prisas, señorita, no son nada buenas, y el tiempo no está como para cometer errores garrafales.
     Mas a veces, todo lo comentado pueda parecerme papel mojado...
Y yo le comento a los avatares de mi vida: "¡Pues eso sí que no!". Nada de aguantarle caprichitos a la vida. ¡Ábrase visto! ¡Fuerte descaro!...

        Mas sin saber el cómo ni el por qué, recuerdo la gran cantidad de cartas escritas por mí, que terminaron rotas al carecer de destinatario. ¡Oh, qué cosas!

       M.Mercedes Rodríguez Perera

1 comentario:

  1. Una carta escrita a la vida para resaltar el poder del trabajo bien hecho, de la constancia, de los momentos vividos con intensidad. Una carta a la vida por transmitir mis mensajes tan lejos y a la vez tan cercanos como me sea posible. Una carta para no olvidar tu nombre, ni que tú olvides el mío. Una carta de bienvenida, y otras... en nuestras despedidas. Una carta para agarrarme a lo bonito, dulce, conquistador, que puede llegar a ser una persona si su mundo interior está lleno de vida. Si es capaz de inundar sus mares profundos de bellos océanos y hacerse presente ante tanta inmensidad.¡Oh, quizás a eso se le llama magia!

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