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domingo, 29 de marzo de 2015

Aquéllos momentos gratos en el campo


  En un contacto directo con la madre naturaleza. En una convivencia super positiva con mis abuelos. Personas, ambas, muy intuitivas. Parecían poseer el don de capatar a las personas desde bien lejitos.¡Oh, no me digas!.
    Aquél pequeño jardín que tenía mi abuela donde yo... muy sutilmente le cortaba algunas de sus mejores rosas para ponérmelas en el pelo. ¡Claro que mi abuela siempre hacía la vista gorda!
   Luego me iba a casa de una hermana de mi abuela, que ejercía de profesora no titulada, en aquel lugar donde en un pis pas se llenaba de chiquillos de los alrededores. Se llamaba Estebana y para contar historias que la llamaran. Me llevaba genial con ella.
    A veces, lamento no haber valorado la riqueza humana, personal, espontánea de aquellos alrededorres. Lugar sencillo y profundo al mismo tiempo. Me movia con total libertad. Era normal que tuviese casi instantáneamente una sonrisa en la boca. Tenía algunos animales a los que cuidaba y a  los cuales les hablaba muchísimo.
   Pasaba muchísimo tiempo con mis abuelos. Sí, durante distintas épocas del año. Lo tenía todo para ser feliz y... sin embargo, echaba de menos a mis padres y hermanos. No quiero comparar ambientes entre mis abuelos y entre mis padres y hermanos. Las comparciones son a veces, tormentosas, y entiendo que yo con mis abuelos era una reina encantada. ¡Oh, tú y tus cuentos particulares!
       Quisiera decirles a mis abuelos maternos, desde mi humilde persona, que fueron lo mejor que me ha pasado en la vida. Sí, con creces... quiero agradecerles la paciencia, la generosidad, el arropamiento agradable y saludable que ambos tuvieron hacia mi persona. Les agradezco su sencillez, su forma de tratarme, de solidarizarse conmigo en momentos francamente difíciles. Si tuviera que hacerles un regalo a cada uno de ellos. Pues, a mi abuela le regalaría un jardín lleno de flores y plantas muy variadas. ¡Ah, y una radio para que ambos escuchen las noticias! A mi abuelo le regalaría un periódico y muchas novelas del oeste. A ambos les regalaría una carta personalizada con dibujo incluido comentándoles lo de positivo que fue para mí convivir con ellos. Y que todo aquello que fueron capaces de transmitir a mi persona, sus enseñanzas, sus alegrías, sus correcciones, pues me ha permitido ser una persona super especial. Tampoco me olvido de personas cercanas a mí que también me ayudan desde su saber estar, desde sus posibilidades. Sobre todo por tener un carisma super espcial y generoso en sus andares por el mundo.
      Os llevo en mi recuerdo positivamente. Mas en un joyero muy particular, pequeño, guardo todo ese cúmulo de enseñanazas diversas a los que yo llamo, cariñosamente: "El don de la vida". Dedicado a vosotros dos con el mayor amor del mundo de vuestra nieta que no os olvida.
    Mil gracias por compartir momentos inolvidables conmigo. Momentos de mucha luz, mucho saber estar, y ante todo, mucha entrega personal. Sí, capaz de domar toda esa reveldía, de inquietud, a la cual no encontraba límites. Os quiero muchísimo.

     M.Mercedes Rodríguez Perera

2 comentarios:

  1. A veces, puede resultar muy difícil valorar aquellos momentos donde la felicidad llegó a nuestras vidas a raudales. Pero pienso que una actitud humilde, de generosidad, de confianza y respeto hacia dichos momentos especiales, pues es una forma importante de agradecer a todo un universo el haber sido partícipes de dichos momentos, con personas super especiales. La valoración de momentos muy bonitos nos llenará de una vida grata, llena, satisfactoria. Con el fin de ir conquistando eventos que nos dan la vida, que nos ayudan... incluso a considerarnos merecedores de conquistar toda una vida y ser correspondidos de igual manera.

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  2. Vivir en el campo siendo muy niña, pues ahora que lo veo desde cierta perspectiva, fue muy positivo para mí. Reinaba la calma en aquellos lugares. Animales con los cuales me llevaba muy bien y a los que hablaba muchísimo(algo normal en mí). El paisaje rural me parecía maravilloso, cautivador, placentero, calmoso. Con mis abuelos tenía una muy buena relación. Iba a unas clases que no estaban institucionalizadas. Mas aprendía mucho de ellas. A veces, un abismo de incomprensión y soledad recorrían mi mente. Mas las cosas, los momentos incongruentes... hay que dejarles pasar para que no aniden en nuestro interior demasiado tiempo. ¡Sabes, puede faltarte el aire!...

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