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viernes, 27 de marzo de 2015

Las moradas del atardecer


  Aquéllas moradas en las que a veces confío... Mas el silencio se me vuelve un tanto rotundo, malhumorado. Fíjate tú, que hasta mi propia alma se vuelve algo altanera. En fin, que sola quiere gobernarse. Mas yo tenía otras aspiraciones. Estaba algo inquieta, con somnolencia, y algo indescriptible me convirtió en una persona avispada. Atenta a muchas y muchas necesidades que antiguamente ni me inmutaban. ¡Oh, abráse visto!¡Carmaba, pero cuando despertastes!
   Sabes que pasa, pues que a veces, el inconsciente puede volverse un tanto traicionero, gobernarse en terreno ajeno. Claro que, en otros momentos, pues parece cambiar las cartas de su propia jugada, y se muestra cariñoso, protector en grado sumo y... hasta delicado. ¡A mí que no me vengan con el tema de que es propio en vaivenes del tiempo!.
    ¡Oh, pero qué me dices!
 La vida que está algo inquieta por los devenires de sus propios momentos.
       ¡En fin, que yo le paso la carta a otro/a!

  M.Mercedes Rodríguez Perera

1 comentario:

  1. Las moradas del atardecer... momentos quizás cómodos, relajados, donde nos movemos con gracia, con cercanía, con confianza. Mas a veces, pueden llegar momentos tormentosos a nuestros haberes mentales. Donde mantener la calma puede ser difícil, incómodo... mas la experiencia que es madre de multitud de atardeceres ha de plantarse en atrevida tormenta y mostrar sus enseñanzas mas habilidosas. Será entonces, cuando la calma, el equilibrio, la compensación... se manifiesten. Cuando se congratulen en total armonía. ¡Oh!...

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