¿Conquistar, qué?...

  Bueno, pues conquistar una mirada. La belleza de un atardecer. El final de una guerra emocional, afectiva, sensitiva...

   Conquistar una verdad que es necesaria y que... urgentemente pide paso.

   Conquistar la paz, los reencuentros positivos, la esperanza e ilusión en la cotidianeidad del día a día.

 Apostar por un amor solidario, verdadero, sólido, cómplice en los duros y difíciles momentos. Conquistar la vida en su mayor esplendor. Conquistar el entendimiento, su carisma, su don de gente, su mirar, su despertar...

   Por que el lenguaje, en ocasiones, es claro, transparente, homogéneo... Mas a veces... La ceguera de un corazón puede quedar inmune a las necesidades más básicas, al dolor del otro. A la inquietante espera de la persona que camina junto a ti. Muchas veces... sin ser vista. Quizás su necesidad sea mucho mas acuciante que la tuya. Nunca se sabe del todo... nunca las transparencias son del todo visibles.

   Conquistar la fortaleza que se manifiesta en el deambular de los días. En el trabajo personal y grupal. En el reconocimiento del trabajo de todos y cada una de las personas que se esfuerzan por superarse, por hacerse un hueco en una sociedad cada vez mas competitiva, mas en guerra consigo misma. ¡Oh, pero qué me dices!

      Bueno, esperando que algunos de nuestros objetivos se pongan en marcha, se materialicen, se vea el trabajo de todo un equipo luchando por objetivos comunes. Dirigiéndose casi sin ser vistos hacia una misma meta. Puesto que... el tabajo, acompañado del señorito tiempo, no siempre pasa en balde.

     M.Mercedes Rodríguez Perera