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martes, 17 de marzo de 2015

Y mi vida envidió...


  Y mi vida envidió... quizás injustamente, pues tu don de gente. La elegancia en tus comentarios. La puesta en escena de tus amaneceres verbales. Sí, tu vida, tu estilo, tu torear el mundo con solo una mirada. ¡Oh, pero qué me dices!
   Intenté imitarte, mas mi mente dio un resbalón que casi no puedo ni incorporame de nuevo. ¡Vaya, por copiona y testaruda!Las ruedas de mi vehículo vida casi se van por todo un precipicio. ¡Oye, que no fue para tanto!¡Sólo pequé con el pensamiento! ¡Mas eso no vale!...
   Tremenda escapada mental. Yo que en mi vida no  he probado la droga ni por asomo. ¡En fin, cosas que pasan!
   Mas una luz exterior se asomó tímidamente por mis angustiadas y solitarias lagunas mentales. ¡Pensé, por un momento, que estaba de guasa, mas era evidente, que buscaba aquél lugar para establecerse! Mi vida se llenó de luz, de color, de aromas gratos... mi vida siguió dicha luz imaginaria y casi,casi sin ser consciente de ello, pues yo... conseguí aparcar, tocar tierra firme. Realizar poco a poco mis sueños de integración, de contacto con el mundo, con la vida, con el despertar mañanero. ¡Uf, pero qué difícil!¡Mas si te es posible omite el recorrido!

    Quizás fue en la búsqueda de mi camino donde encontré mil mas un tropizos. Mas siempre es mas válido un camino con dificultades que no encontrar nunca tu camino, tus metas, tus principios que mantengan la pirámide de tu vida en plena forma. Sin deudas con nadie. Viviendo el antes y el después de los momentos... agarrándote a la vida. Sintiéndo que la vida te sigue el juego. ¡Oh, pero qué indiscreta!

       M.Mercedes Rodríguez Perera
 

1 comentario:

  1. ¡Bueno, la envidia...! Yo pienso que la envidia sana no es perjudicial. Te alegras de los gratos momentos de aquéllas personas que quieres. Te sientes tan feliz de esa persona, de sus méritos, de sus objetivos logrados, que puedes sentir, sanamente que el regalo lo comparte contigo. Sí, sin malicia, sin malas intenciones... eso es lo agradable de estar con personas que bien te quieren. Luego está la envidida insana. Es aquella en la que algunas amistades se vuelven del otro bando, mal meten contra ti. Sí les es posible te quitan el trofeo. Sí, tu trofeo, y se quedan tan panchos como unas pascuas. No tienen sentimiento de culpabilidad alguna... mas cambian su forma de ser, de estar contigo. Se pueden volver amargos e intratables. ¡Oh, dónde hay madera!

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