Para subir al cielo

   Pues... la mirada de un dios muy particular e imaginario.

      Sí, que me arropa, que me ayuda, que me espabila cuando me duermo en laureles.

   Un dios imaginario, cercano, educado, que entienda mi lenguaje. Un dios con el cual sentirme cómoda.

      Sí, por que cuando este dios está de buen semblante pues yo... le comento el tipo de lenguaje que utilizo al hablar, al escribir... y él imaginativamente, me comenta, que no he de armar tanto alboroto por utilizar un lenguaje algo distinto al de otras personas.

     Cada persona es un mundo necesidad. Ello es importantísimo tener en cuenta, puesto que nos hace únicos con respecto a las demás personas y, además nos complementa. ¡Oh, super guay!

        A mi dios imaginario le hablo de tú a tú. ¡Ojo, que no le falto al respeto!

  Mi dios imaginario es para mí alguien sumamente cercano, que entiende tu mundo y hasta tu necesidad. Es un dios con grandes dotes de comprensión, animación, de lucidez.

    Mi dios imaginario me habla de lo vida. De lo atravesado y dificultoso que suelen ser mcuhos caminos vida. Mas la fortaleza en el día a día, la constancia del caminante, la ilusión por la vida, por sus objetivos mas básicos pueden hacer verdaderas maravillas.

    Mi dios imaginario me comenta que nadie es perfecto. ¡Ojo, que en este apartado él también se incluye!

      Sin equipo es difícil hablar de proyectos. El proyecto vida necesita de todo un equipo que lo respalde. Nosotros... también necesitamos, muchas veces, de un equipo, de un verdadero proyecto que consiga objetivos importantes. Aunque, quizás en multitud de ocasiones no somos conscientes de ello.

              M.Mercedes Rodríguez Perera